María es mi Madre, bajo su manto me amparo.
Me pongo en sus brazos y ella me estrecha contra su corazón.
La escucho y su palabra me instruye.
La miro y su belleza me ilumina,
la invoco ante su imagen y su bondad me atiende.
¡María es mi Madre!
Si estoy débil, me sostiene; si enfermo, me sana;
si muerto por el pecado, me lleva a la vida de la gracia.
En la lucha diaria me socorre, en la tentación me auxilia.
En la angustia me consuela, en el trabajo me sostiene.
En la agonía me acompaña.
¡María es mi Madre!
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